Estadísticas sin valor de diagnóstico

La manipulación de las cifras degrada los indicadores de empleo, sector exterior y déficit

JESÚS MOTA,

Gráfico:
'Tres áreas estadísticas
en sombra'

La confusión se ha adueñado de las estadísticas españolas. En los últimos cuatro años, la medida de los indicadores de la economía se ha convertido en un tormento para los analistas económicos y para los estadísticos. Las cifras básicas de la economía -salvo la inflación, y por poco tiempo- han entrado en un periodo de confusión en unos casos y de simple bloqueo informativo en otros.

Las estadísticas se utilizan para exhibir logros políticos, aunque carezcan de continuidad con las series históricas o se modifiquen después de que han producido la rentabilidad política que se pretende. Bien puede decirse que el aparato estadístico español ha perdido gran parte de su capacidad para ofrecer un diagnóstico fiable de la situación de la economía española, debido a la manipulación, entendida como manejo poco riguroso de la información estadística.

Las sombras más espesas de las estadísticas españolas oscurecen tres grandes ámbitos de la actividad económica: la ocupación y el empleo, el sector exterior y el déficit del sector público. Tres áreas decisivas para entender la situación actual de la economía española.

Dudas sobre el empleo . La diferencia de ocupados que registra la Encuesta de Población Activa (EPA) y la Contabilidad Nacional es muy elevada; tanta, que produce desconcierto entre los expertos. Si se admite que la cifra buena es la que indica la EPA, resulta que el empleo está aumentando muy por encima de la tasa de crecimiento de la economía. Resulta inverosímil. Si, por el contrario, se entiende que la cifra correcta es la de la CNTR -en la versión Puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo -, resulta que la productividad de la economía española estará de forma muy moderada. Insuficiente para justificar el entusiasmo por la nueva economía que han mostrado los ideólogos del Gobierno.

Ninguna de las mediciones del empleo expuestas en el cuadro adjunto es enteramente fiable; más bien, al contrario. Quizá la que ofrece menos expectativas de error es la medida de ocupación de la CNTR, versión empleos equivalentes a tiempo completo. Como impresión general se admite que la EPA mide bien el paro, pero mal la ocupación, y también subestima la población activa. De ahí que se produzcan distorsiones importantes.

El problema principal es que los cambios de operación estadística que se han producido en la encuesta que mide la EP, aunque incorporan mayor precisión, no han sido homogeneizados con las series anteriores. De lo cual se desprende que con la medición actual durante los años de Gobiernos anteriores también se habría medido una ocupación mayor y un desempleo menor; de ahí que la comparación política sea imposible.

Es menos relevante, de acuerdo con los datos disponibles, la diferencia entre la EPA y el paro registrado en el Instituto Nacional de Empleo (Inem). Si se añaden a los datos de paro registrado el desempleo atribuido a los colectivos que excluye el Instituto se obtiene fácilmente la cifra de ocupación marcada por la EPA.

La fiabilidad más escasa cabe atribuirla al número de afiliados que registra la Seguridad Social, una cifra aireada intensamente por los ministerios económicos para recalcar el crecimiento del empleo. Hay afiliaciones dobles, e incluso triples, por lo cual no puede tomarse como medida real de la ocupación.

Misterio exterior . Una forma muy extendida de manipulación estadística es retrasar la publicación de los indicadores económicos. Por razones electorales, el Gobierno de Aznar retrasó la información sobre el balance del sector exterior en 1999, simplemente porque las cifras eran muy malas. De hecho, el déficit comercial se ha convertido de nuevo en un grave desequilibrio de la economía española, minimizado por las autoridades económicas simplemente por la aplicación de la regla de que lo que va bien es lo más importante y lo que va mal carece de trascendencia.

En el cuadro adjunto puede observarse la diferencia entre los datos reconocidos para el sector exterior por la Contabilidad Nacional y los facilitados por la Dirección General de Aduanas. Se da la circunstancia de que la CNTR se ajustó antes de conocerse (o publicarse) los datos de Aduanas correspondientes a ese periodo; así que sus datos son una simple estimación. Así que son inexactos.

Si se comparan las cifras de la CNTR (inexactas) con los datos de Aduanas (más precisos) se observa que los primeros aumentan las exportaciones y rebajan las importaciones, sobre todo en el segundo trimestre de 1999. Es difícil creer que esta maniobra sea inocente si el resultado es favorable a los intereses del Gobierno, puesto que mejora el balance final de las cuentas exteriores. Pero incluso en el supuesto de que se admitiera esa inocencia, lo que debe hacerse con cierta rapidez es corregir ese maquillaje.

Con las cifras de la CNTR se obtiene que el sector exterior tuvo una aportación negativa al crecimiento del PIB de 1,2 puntos porcentuales. Pero si se aplican las cuentas verdaderas -o más verdaderas- que son las de Aduanas, resulta que la aportación negativa del comercio exterior al PIB asciende aproximadamente a 1,6 puntos porcentuales. Que se sepa, esa corrección de las cifras oficiales no se ha producido, y probablemente no se producirá jamás; al menos, ésa es la actitud dominante hasta ahora.

Bailando con el déficit. Las continuas modificaciones del déficit público cuestionan seriamente la euforia desatada cobre los logros del Gobierno de Aznar en materia de ajuste presupuestario. Después de todo resulta que el triunfal 2,6% sobre el PIB de déficit público que sirvió para entrar en la UEM fue en realidad el 3,1% en términos de la SEC-95 -Sistema Europeo de Cuentas Económicas Integradas-. Es decir, que de aplicarse estrictamente, España no hubiera entrado en la Unión Económica y Monetaria. Es cierto que los cambios de metodología -del SEC-79 al SEC-95- afectó a todos los países europeos; pero no lo es menos que el Ministerio de Economía se apuntó el triunfo del 2,6%, que era debido simplemente a beneficios estadísticos. Si cuando conviene -para ajustar el déficit a las exigencias de Maastricht- las emisiones de deuda a más de 18 meses se contabilizan en la fecha de vencimiento y cuando se aproxima la fecha de ese vencimiento se cambia el criterio para prorratearlas entre todos los años de la emisión, hay que preguntarse qué tipo de estabilidad económica y monetaria está creando Europa. Y España.

Información oculta
La pérdida de calidad en la información estadística se mide también por la opacidad informativa. El Gobierno del PP se ha caracterizado por su éxito en ocultar las cifras desfavorables para su gestión o que, siendo inicialmente favorables, podían generar críticas

Por razones todavía poco aclaradas, resulta que la información mensual sobre la evolución del Presupuesto ha dejado de difundirse con asiduidad; la Memoria de la Administración Tributaria ha desaparecido; los datos de la Agencia Tributaria cambian de criterio con cada comparecencia del secretario de Estado de Hacienda en el congreso; y hoy es el día, cuatro meses después de acabar el año, que la opinión pública no sabe cuanto recaudó el Estado durante 1999.

En enero del 2001 estará disponible la nueva Encuesta de Presupuestos Familiares que permitirá fabricar un nuevo IPC (Índice de Precios al Consumo). Los estadísticos -incluidos algunos del Instituto Nacional de Estadística- empiezan a temerse lo peor, que es, ni más ni menos, que el cambio se produzca sin facilitar la información suficiente a la opinión publica y a las instituciones que estudian las cifras; y que el cambio de ponderaciones en el índice carezca del mínimo contraste o explicación.

El IPC era un modelo de estadística fiable, sólidamente concebida y rodada durante varios años. Aunque en algunos momentos de gobiernos anteriores surgieron dudas momentáneas sobre la independencia de gestión de las estadísticas, en los últimos dos años las sospechas se han redoblado. Sobre todo cuando algunos IPC mensuales fueron adelantados por consejeros de Comunidades Autónomas gobernadas por el PP.